LA COUVERTOIRADE (FRANCIA), DONDE EL TIEMPO SE DETUVO

LA COUVERTOIRADE
Febrero-2016
Camino a Carcassonne decidimos desviarnos para ver este precioso pueblo medieval. Totalmente recomendable hacerle una visita. Las fotografías no le hacen justicia. 

Paseamos por sus calles, ahora silenciadas por el invierno, húmedas, sombrías y vacías. Semejante a un pueblo fantasma, nos acoge como dos extraños extraviados, nos sentimos fuera de lugar, en otra época que nada tiene que ver con la era digital.
Como dos privilegiados, recorremos la villa en solitario.

La primavera traerá de nuevo a su gris atuendo el murmullo de los turistas y los pocos residentes adornaran las calles con flores de alegres colores para deleitar a fotógrafos y visitantes, pero de momento la mañana nos tiene ateridos de frío.


La Couvertoirade es una comuna francesa del departamento de Aveyron en la región de Mediodia-Pirineos, en pleno corazon de la Causse de Larzac. En esta villa se encuentra el único castillo templario de Francia, construido en el año 1249. Las torres, la muralla y la iglesia fueron construidos del año 1439 a 1445, durante la Guerra de Cien Años.
Dos ordenes construyeron esta ciudad; la Orden de los Templarios y los Hospitalarios 
Es uno de les plus beaux villages de France (los pueblos mas bonitos de Francia).

La Couvertoirade desde el aire.
Foto propiedad de la página:



    



               
Continuamos en silencio nuestro camino, embelesados por este escenario medieval, escudriñando con nuestras cámaras cada rincón, cada esquina, intentando plasmar ese ambiente lúgubre , no exento de encanto y romanticismo que por momentos nos recuerda a las escenas de la película "El Perfume".


















Cercano a la muralla podemos encontrar un antiguo molino de viento, en la colina de Rédounel, el cual fue restaurado hace unos años.

Vistas desde el molino.


Iglesia Saint-Christophe, construida en parte por los templarios y luego por los Hermanos hospitalarios. El cementerio esta decorado con estelas discoidales.














En las calles tan solo se escucha  el sonido de nuestros pasos y nuestras voces que resuenan contra las grises y frías paredes de piedra.
No hay nadie, el pueblo entero parece sumido en un profundo letargo.


...Eso sí, echamos en falta el poder saborear un café caliente con un croissant en una de la varias tabernas que encontramos en la villa.

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