A LA CAPTURA DE LA PRIMAVERA.

UN ESTALLIDO DE COLORES.
26-3-18
Una vez más, ha llegado la primavera, cargada de colores y rebosante de vida. Nos echamos al monte cargados de ilusión y con las cámaras al cuello con la esperanza de traernos a casa parte de ese maravilloso mosaico que la estación nos ofrece...
            RUTA LOMA EL SOMO

Trazado de la ruta. 7,8 Km. de recorrido circular.

En esta ocasión decidimos probar suerte en los alrededores de la sierra de Aixortá, en busca de topo tipo de vida, ya sea animal o vegetal. Optamos por esta ruta sencilla, la cual realizamos con toda la calma del mundo, escudriñando cada rincón en busca de alguna sorpresa.

Con los prismáticos y la cámara al cuello avanzamos despacio, saboreando el frescor de la mañana mientras recorremos los antiguos caminos de mulas que comunicaban los pueblos a través de nuestras sierras.
Senderos llenos de historias de bandoleros, donde el polvo del camino nos trae recuerdos del pasado, rincones donde el olvido ha echado raíces y el paso del tiempo ha ido borrando las huellas de aquellos humildes campesinos que con su esfuerzo conseguían salir adelante con lo más básico.
Resuenan en las paredes de roca las voces de las inconfundibles chovas, canto ancestral ligado al terreno y a nuestros montes, siluetas negras que desafían los riscos y nos deleitan con sus piruetas.
Comienza la mañana con sabor a monte y nos sentimos afortunados de poder disfrutar de un día como el que hoy se nos ofrece.
Chovas piquirrojas.

La vida asoma tímidamente bajo la hojarasca, intentando robarle al Sol un pellizco de calor.

Al fondo la silueta de la cima de Bernia.
En cada rincón la vida intenta abrirse camino, adaptándose al medio, creando diminutos jardines y adornando las rocas desnudas.
El romero, ahora en flor, es visitado continuamente por un sin fin de insectos que llenan el aire con sus zumbidos.


Las aliagas (o tojo), planta muy ligada a nuestras sierras, tiñen de amarillo los bancales abandonados y estrangulan los estrechos senderos que a veces parecen desaparecer bajo sus dominios.
Trocitos de historia aparecen ante nosotros, recordándonos una vez más, que un día las mulas y los borricos formaron parte del paisaje.
Ahora no son más que un retorcido souvenir oxidado que la mayoría de los senderistas ni siquiera llegan a ver.


La Mallada del Llop y su vertiente de la canal.

Peña Alta.
Gamón o barita de San José



Algo llama nuestra atención y salimos del sendero para averiguar de que se trata. 
A escasos metros del camino y semiocultas entre la vegetación, encontramos varios tipos de orquídeas, efímeras joyas de la naturaleza de diseños caprichosos y vivos colores.











No podían faltar en la umbría las setas. 


Todo a nuestro alrededor es puro diseño, formas, texturas y colores para todos los gustos. Todo un museo repleto de obras de arte que la naturaleza ha ido perfeccionando durante siglos.




...y los almendros en flor, vestidos con sus mejores galas van despojándose de su delicado atuendo para dar paso a un nuevo comienzo del ciclo de la vida.



Nazarenos y diminutas margaritas inundan los campos, lo que hacen las delicias de nuestras cámaras sedientas de imágenes que robar al tiempo.






Sobre nuestras cabezas, el caprichoso Sol juega al escondite entre las nubes, haciéndonos dudar entre si quitarnos ropa o abrigarnos más.



Un increíble manto primaveral estalla ante nosotros.


Nos dejamos llevar por la emoción y los disparos se suceden sin descanso hasta agotar las baterías de nuestras cámaras.
Allá donde miremos hay algo que inmortalizar.
Escaramujo.

En nuestros cuadernos vamos anotando todo cuanto vemos y cuanto escuchamos... pito real, verdecillo, jilguero, chova piquirroja, agateador, carbonero, collalba negra, halcón, cuervo, perdiz, mirlo, pinzón vulgar, ...etc, etc.

Tras alcanzar el punto más alto de nuestra ruta, hacemos una parada para comer antes de comenzar la bajada.
Unos instantes de charla entre amigos, en los que hablamos con nostalgia de tiempos ya pasados y recordamos nuestras andanzas y aventuras por nuestras queridas montañas.


Lagartija colilarga

Una vez más, sentimos la tristeza al acabar el recorrido y comenzamos a hacer planes para nuestra próxima salida.
MIguel Ángel Quereda y José Alcaráz Lorente

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