Ruta UNA NOCHE EN EL REFUGIO DE AIXORTÁ.



    Todas las imágenes de este reportaje son propiedad de EL MOCHUELO CURIOSO.

LA SIERRA DE AIXORTÁ Y EL REFUGIO DE LA FONT DELS TEIXOS, un lugar repleto de nostalgia donde poder disfrutar del contacto directo con la naturaleza.
Esta es una ruta que he repetido infinidad de veces y de la cual nunca me canso. En esta ocasión acompañado de mi buen amigo José Alcaraz.
Tras varios intentos de quedar para poder salir a pasar una noche en el monte, por fin coincidimos y pudimos realizar dicha salida. Desde un principio íbamos predispuestos a disfrutar de la ruta con tranquilidad  a pesar de que en el instante de montarnos en el coche las montañas se mostraban cubiertas de nubarrones grises y amenazadores. Esto nos obligó a hacer unos cambios en nuestros planes que eran los de pasar la noche al raso bajo las estrellas, así que de inmediato nos vino a la mente un lugar donde asegurar un buen final para nuestra pequeña aventura, el refugio de La Font dels Teixos, en Aixortá. Sin dudarlo nos pusimos en camino...




Jose Alcaraz bajo la peña del Castellet de Bolulla, lugar donde comenzamos la ruta.


                                                                   Al fondo la sierra de Bernia.


                                                                 PERDIZ ROJA (ejemplar joven)

                              Llegando a la pista forestal que nos conducirá al refugio. Al fondo PEÑA ALTA.



                                                Por fin a las 16:35 llegamos al refugio.  HOGAR, DULCE HOGAR!



En el exterior del refugio la temperatura es agradable y se respira un aire fresco y limpio. Tan solo se oye el viento mecer las copas de los arboles. Hay una tranquilidad absoluta, algo que invita a relajarse y dedicarnos a dejar constancia del momento en nuestros diarios. Según va cayendo la tarde el cielo se ha ido despejando pero al fondo en el valle comienza a formarse un mar de nubes que promete ofrecernos un atardecer espectacular. No es fácil describir con palabras lo que sentimos en estos instantes, pero una felicidad inmensa nos invade. El mero hecho de sentarse a escuchar, observar todo cuanto nos rodea nos produce un inmenso placer. El entorno invita a disfrutar de lo que la naturaleza nos ofrece desde este maravilloso palco.
El cielo se va tornando rojizo y la temperatura desciende ligeramente pero lo suficiente como para agradecer ese fresco que tanto añoramos los que preferimos el invierno al tórrido verano. Nos limitamos a disfrutar del silencio, algo que en la ajetreada ciudad es practicamente imposible y que echamos mucho de menos.
La naturaleza nos habla con sutileza y justo cuando la luz comienza a bajar, desde el bosque nos llega el melancólico canto del cárabo que nos recuerda una vez más que nos encontramos en un entorno que aún conserva algo de su estado salvaje. Es raro el atardecer que esta pequeña rapaz nocturna no nos deleita con su canto.






                                                Llega la noche y el cielo queda salpicado por millares de estrellas.
En una de nuestras salidas al exterior encontramos a este pequeño murciélago descansando en una de las paredes del refugio.

Con la noche llegan nuevos seres de aspecto amenazador, son los cazadores nocturnos que salen de sus escondrijos en busca de algo de comer. Es la hora de las arañas, chicharras terrestres, murciélagos, salamanquesas y un sin fin de pequeños seres noctámbulos.





Mientras en el exterior la oscuridad lo inunda todo, nosotros nos disponemos a disfrutar de una pequeña cena en este restaurante tan particular. Charlamos y recordamos momentos de otras salidas que van quedando atrás con el paso del tiempo y que van formando parte de nuestras vidas.

                           Nunca nos falta una taza de café en estos momentos tan entrañables.

                             A las 0:35 nos metemos en nuestros sacos de dormir.  En el refugio tenemos +20ºC


7:01h. Por la ventana del refugio entra una luz tenue, señal de que un nuevo día está a punto de comenzar, así que saltamos de nuestros sacos con la intención de tomar unas fotografías del amanecer.
Para sorpresa nuestra el mar de nubes que comenzó a formarse ayer por la tarde sigue cubriendo el valle y tan solo sobresalen las cumbres de las montañas de alrededor como si se tratasen de islas emergiendo de entre un mar de algodones. Todo un espectáculo para nosotros que en estos momentos nos hace sentir como verdaderos privilegiados por poder disfrutar de estas maravillosas vistas.


                        EL MÁGICO MOMENTO DEL AMANECER.












Tras sacar unas fotos del amanecer decidimos subir a desayunar en la cumbre y deleitarnos con las vistas.





   Arriba: la caseta del Morro Blau.  Abajo la impresionante cumbre de Bernia despuntando sobre las nubes.



                                          La sierra del Puig Campana sobresaliendo sobre el mar de nubes.







                              El café que mejor sabe de todos y acompañado por mi buen amigo Jose.

En estos momentos nos sentimos pequeños ante tal inmensidad. Allá donde la vista alcanza es un manto blanco salpicado por las cumbres solitarias, Puig Campana, La Mallada del Llop, Plá de la Casa, Bernia, Aitana, Ponoig...
El momento nos supera y permanecemos en silencio con la mirada perdida en el infinito mientras damos pequeños sorbos de café.








Apuramos el momento hasta el final y esperamos a que el calor comience a dispersar las nubes.
La función termina, se cierra el telón y nosotros empezamos a recoger nuestras cosas para comenzar con la bajada.
Nos marchamos con la sensación de haber asistido a un espectáculo único, el cual no se puede comprar. Pensamos entonces en esa pregunta que nos hace mucha gente:  porqué subimos montañas!... con estas imágenes creo que queda contestada.




En el camino de regreso sentimos siempre una tristeza enorme, pero nos consuela el pensar qué nos depararán las montañas para la próxima vez.  Ahora queda llegar a casa y revivir cada instante viendo las fotografías.
                                                           Fotografías de Miguel Angel Quereda.
Relación de las aves encontradas en la ruta: mirlo, cárabo, chochin, avión roquero, avión común, pinzón vulgar, herrerillo capuchino, petirrojo, cernícalo vulgar, chova piquirroja, jilguero, perdiz, carbonero común, carbonero garrapinos.