ARRUÍS EN EL MONTE PONOCH. Una noche en el monte

ARRUÍ
El monte PONOIG (o PONOCH) con sus 1.181m. de altitud se encuentra situado al Este del Puigcampana.


                                                                            Punto de partida.


En esta ocasión mi amigo Jose Alcaraz y yo hemos decidido subir a la cumbre y pasar la noche al raso.
A las 19h. dejamos el coche en el mirador que hay subiendo desde Polop a la "Casa de Dios" y comenzamos la ascensión con el frescor de la tarde, despacio y contemplando todo cuanto nos rodea.
Poco después de pasar la "casa de Dios", en una de las gargantas a pie de las paredes del Cabal descubrimos con agrado un rebaño de arruís de entre 80 y 100 ejemplares que transitaba por la zona.
Durante un rato nos deleitamos con este maravilloso espectáculo en plena naturaleza, contemplando como los cabritillos se encaramaban a los riscos sin ningún tipo de problemas mientras sus progenitores no nos perdían de vista.








 Tras este pequeño descanso continuamos nuestro camino deseosos de llegar a la cumbre para poder relajarnos y disfrutar del momento y las vistas.


                                                         Crestería de la sierra de Bernia.





El Sol se oculta tras el horizonte y nosotros nos encontramos en el collado de Llamp, ya nos queda poco para alcanzar la cumbre. La luz cada vez es más tenue y sobre nuestras cabezas la Luna creciente brilla vigilante.

                                                      COLLADO DEL LLAMP


CUMBRE DEL PONOIG

Al llegar a la cima son las 21:25 y ya es completamente de noche. A nuestros pies la ciudad brilla como un mar estrellado y aquí arriba se respira un aire fresco y limpio.
Continuamos un poco más con nuestro camino, andando ahora sobre aristas de roca amenazantes que parecen recién sacadas de la prehistoria. No es fácil mantener el equilibrio y los bastones nos proporcionan una seguridad extra en este tipo de terreno. En unos minutos llegamos a nuestro balcón, descolgamos nuestras mochilas y disponemos el campamento. Ahora toca disfrutar de las vistas y admirar todo cuanto nos rodea. 





El cielo está bastante despejado y las estrellas se dejan ver con claridad. Encendemos nuestros frontales y nos disponemos a cenar en este idílico rincón con el canto de un cárabo como acompañamiento.
Tras la cena la temperatura va bajando y alcanzamos los 10ºC, nos abrigamos y preparamos un café caliente.
Aquí todo cobra una importancia tremenda, cada pequeño detalle cuenta, cada minuto que transcurre llena un poquito más nuestras vidas de paz y de sabiduría y en la quietud de la noche contamos anécdotas y recordamos a los amigos que nos han dejado.
El cárabo ( atraído tal vez por la curiosidad ) se encarama en una carrasca que queda a escasos metros de nosotros y nos ameniza la noche con su melancólico canto. Nos ponemos en pié y hacemos un intento por conseguir alguna fotografía de nuestro amigo nocturno, pero tras inspeccionarnos mejor con su peculiar movimiento circular de cabeza, decide que no somos lo suficientemente interesantes para el y de un salto se pierde en mitad de la noche. Regresa el silencio aunque de fondo se oye el murmullo de la vida en la ajetreada ciudad.
Queremos disfrutar de estos instantes y en un intento por evitar que el tiempo pase de largo nos acercamos al borde del precipicio para sacar unas fotos nocturnas.
La temperatura es fresca y una brisa agradable nos trae aromas de monte que nos recuerda donde nos encontramos.


A la 01:30 preparamos nuestros sacos de dormir y nos tumbamos bajo un firmamento salpicado de estrellas. Poco a poco el cansancio se apodera de nosotros y nuestros ojos se cierran lentamente.


A lo largo de la noche me despierto varias veces para cambiar de postura y siempre miro a nuestro alrededor con la esperanza de ver algún animalillo; no hay nada, todo permanece en calma y en silencio, me tumbo de nuevo y vuelvo a conciliar el sueño.






7:20h. El horizonte está teñido de rojo y el cielo comienza a clarear, llega el nuevo día y la noche se nos ha hecho corta.

Salimos de nuestros sacos perezosamente con la intención de hacer unas fotos del amanecer, pero el Sol ya ha tomado más altura de la deseada, aun así sacamos unas cuantas tomas de todo cuanto nos rodea.




 Estas son las vistas desde nuestro balcón particular... un café y el canto de los pájaros al frescor de la mañana. Que más se puede pedir?

                                                     Puig Campana visto desde el Ponoig
Hacemos las fotos de rigor y volvemos al campamento a preparar el desayuno, esta vez encaramados en un balcón al borde de las paredes y de cara al mar y al Puig Campana.




 Mientras el café se calienta e impregnan con su aroma la mañana, una hembra de arruí y su retoño hacen acto de presencia por una de las paredes. Todo está en calma y nos limitamos a disfrutar del momento. A escasos metros de nosotros se oyen los zumbidos provocados por los vencejos reales que nos ofrecen un verdadero espectáculo con sus vuelos acrobáticos y sus quiebros. A medida que avanza la mañana la temperatura va en ascenso y ya se hace casi insoportable estar a pleno Sol, así que poco a poco vamos recogiendo nuestras cosas y comenzamos el camino de regreso.

                    Orchis olbiensis.






  Un ROQUERO SOLITARIO encaramado a un peñasco nos acompaña con su canto durante el desayuno.







                  Unas últimas fotos en la cumbre, un último vistazo al paisaje y nos marchamos.



El descenso es mucho más rápido que la subida y en un tramo de la ruta, antes de llegar al "collado del Llamp" decidimos optar por atajar el camino por una pedrera que aún no conocemos ya que estamos deseando encontrar algún lugar donde poder guarecernos del Sol implacable que nos está consumiendo.







Todo ha pasado muy rápido y tenemos la sensación de no haber aprovechado suficientemente el tiempo. Llegamos a "La casa de Dios" y allí encontramos un rellano entre unos pinos donde la sombra nos ofrece un buen lugar donde poder hacer una última parada en el camino para comer y disfrutar de estos últimos momentos en el monte. Durante la comida, frente a nosotros sobre unos riscos, se dibuja en el cielo la silueta de una rapaz, un águila culebrera. Terminamos de comer y decidimos tumbarnos un rato para recuperar algo del sueño perdido durante la noche, de repente algo interrumpe nuestro descanso. Comienzan a caer cosas desde lo alto de uno de los pinos que tenemos encima y descubrimos que se trata de una ardilla comiéndose unas piñas y nos está bombardeando continuamente con los restos de su banquete.




Antes de marcharnos Jose apunta en su cuaderno todas las especies que hemos visto.

Lagartija colilarga, arruí, cárabo, arrendajo, águila culebrera,chova piquirroja, chochin, cogujada montesina, abubilla, carbonero garrapinos, verdecillo, vencejo Real, Garza real, colirrojo tizón, roquero solitario, escribano, mito, mirlo, perdiz, verderón.