A pesar de que el invierno ha sido ventoso y de temperaturas poco comunes para la época, la vida sigue su curso y la Primavera se abre paso con su manto de colores y aromas. Las últimas lluvias han aumentado el caudal del río en la temporada en que los pequeños polluelos comienzan sus andanzas y como en toda crecida es inevitable que hayan bajas entre los menos preparados, siendo arrastrados por las aguas a su merced. En la misma desembocadura hayamos en ejemplar de Tortuga ( PSEUDEMYS NELSONI ) varada sobre los guijarros de la playa junto a desechos que el río arrastró en el momento de mayor fuerza...
Ahora que parece haber pasado lo peor, todo vuelve a su curso y podemos deleitarnos con la presencia de estas pequeñas bolas de plumón que acompañan a sus padres en los paseos por el río. Con un poco de paciencia podremos ver como son alimentados por sus progenitores y observar algunas de sus costumbres.
Los jóvenes ánades se dejan ver con facilidad y si buscamos un poquito junto a los carrizales y entre la maleza podemos contemplar a los extraños retoños de las fochas, de cabezas coloradas, ojillos saltones y su cuerpecillo de plumón negro. Aquí os dejamos con algunas de las fotos conseguidas en estos primeros días de primavera.
PSEUDEMYS NELSONI
LAS FOCHAS CON SUS PEQUEÑOS
DE OCA A OCA Y ME PICAN PORQUE ME TOCA... ( UNA SITUACIÓN CÓMICA ).
Durante la visita al río fuimos mi amigo José Alcaraz y yo a ver a nuestras amigas las ocas ( ánsar común ) y al acercarse una de ellas, concretamente la blanca, vi que tenia algo colgando de la punta del pico. En un principio tan solo parecían unas algas, pero cuando salió del agua nos dimos cuenta que se trataba de un anzuelo que tenia atravesado. Ante la situación no nos quedaba otra que intentar atraparla para poder quitárselo, así que nos pusimos de acuerdo e intentamos acorralarla. El animal parecía darse cuenta de nuestras intenciones y al igual que otra veces se había acercado a picarnos, esta vez solo pretendía mantenerse alejada de nosotros. En un segundo intento conseguimos rodearla en la orilla y en cuanto pude le lancé una mano al cuello y la otra al pico, con tan mala suerte que descubrí tarde, que no solo había un anzuelo, sino varios en una madeja de algas e hilo y uno de ellos fue a clavarse en mi mano izquierda.
Mientras yo llamaba a José para que me ayudase a sacar el anzuelo, él se debatía entre los picotazos de el resto del grupo, que al ver amenazado a uno de sus compañeros decidieron ponerse a la defensiva.
La situación era la siguiente: José sostenía a un .ánsar en cada mano y yo sujetaba el cuello del animal mientras mi otra mano seguía atrapada por el anzuelo. Aún quedaba otro ejemplar suelto que nos lanzó una ráfaga de picotazos y pellizcos que poco faltó para llevarse consigo un trocito de carne.
José soltó los dos que tenía atrapados para quitarme de un tirón seco el anzuelo, mientras tanto ya eran tres los que viendose liberados nos comían a picotazos... y valla si nos pusieron finos!.
Una vez liberada mi mano, conseguimos quitar el anzuelo del pico y salimos corriendo como alma que lleva el diablo en busca de un lugar seguro.
El resultado fue: un par de incautos con las manos y piernas llenas de moratones y marcas, unos pescadores muertos de risa y un ÁNSAR liberado de su tortura.
Poco nos quedaba por hacer a parte de mirarnos mutuamente y echarnos a reír ante la situación, mientras nos quejábamos por el dolor causado por dicho ataque y comparábamos moratones.
Al menos, aunque magullados, conseguimos nuestro propósito.